lunes, 16 de noviembre de 2009

CARTAS DE RAMON SAMPEDRO

LAS CARTAS DE RAMÓN SAMPEDRO
Hablar de amor pero estar muerto
ÁNGELA LÓPEZ


MADRID.- Ramón Sampedro trabajaba como mecánico de barcos. Pero un 28 de agosto de 1968 se fracturó la libertad por la séptima vértebra. Desde ese momento sufrió, 28 veces 365 días, hasta conseguir lo que más deseaba. Se bebió la muerte y se llevó con él casi tres décadas de dolor.
En medio de una lucha desesperada por defender su derecho a morir dignamente, Ramón aceptó publicar las cartas y poemas que había escrito, literalmente, con los dientes. Fue el primer español en pedir oficialmente la eutanasia, en cuestionar los pilares jurídicos, éticos y religiosos de un Estado que se aferraba a lo que él llamaba “un inmaduro paternalismo protector de la vida”. El libro gira en torno a una sola idea porque su vida giraba sólo en torno al deseo de morir; en torno a su cabeza, a su “cabeza viva y a su cuerpo muerto”, como él mismo decía. Ramón se consideraba un muerto crónico. Veía el mundo desde abajo, desde una horizontalidad
que le humillaba y le hacía sentir como un niño al que los demás se empeñaban en consolar.
Y quería gritar que no estaba desesperado, ni loco, ni deprimido. Sólo quería deshabitar el infierno: “Mi equilibrio – si lo es- consiste en saber que se puede sobrevivir domesticando el infierno, pero sin olvidarme jamás de que es absurdo permanecer en él”. Ramón quiso morir el día en que su sobrina Rosita estaba sola con él y lloraba, tosía y se atragantaba. Él la miraba y tocaba la cima de la impotencia. Quería morir la tarde en que su madre se desmayó en el pasillo y él no podía hacer nada. Quería morir cada vez que se daba cuenta de que no volvería a amar, con el cuerpo: “(...) Veintiséis años después he vuelto a probar la dulzura de unos labios. Ya casi se me había olvidado esa ternura. Retornó con ellos el amor de la mano de una mujer a la que adoro, pero también regresó el infierno, porque también
retorna el deseo de sentir mi cuerpo abrazando al suyo pero la impotencia ni siquiera me permite acariciarlo con la mano”.

http://www.elmundo.es/elmundolibro/2004/10/01/protagonistas/1096629491.html

MAR ADENTRO-ANALISIS DE LA PELICULA

El texto que vas a leer es un extracto del libro Cartas desde el
infierno.
1.¿Qué te sugiere este título?
2. ¿En qué condiciones crees que debería encontrarse alguien para
escribir algo con este título?

"Había mar de fondo. Hacía resaca en la costa. Estaba de pie al borde del pozo natural que formaban las rocas de la playa. Ensimismado, pensaba en el compromiso de la noche. La chica me iba a presentar a sus padres. Creo que me estaba entrando el temor a la idea del compromiso matrimonial. Sin saber cómo me vi cayendo hacia el agua. No me había lanzado voluntariamente. Cuando iba por el aire me di cuenta de que la resaca había retirado casi toda el agua. No había remedio. En la vida jamás se puede volver atrás. Choqué con el mar. Toqué con las dos manos la arena del fondo, pero no bastó la reacción para frenar la inercia. Vi la arena. No era posible evitar el choque de la cabeza. […] La cabeza pegó en la arena. El cuerpo quiso dar el tumbo, pero la presión del agua lo impidió. Sonó un chasquido, como el romperse de unas ramas al pisarlas. Como un pequeño y desagradable calambre recorrió mi espina dorsal y el cuerpo entero. Me acababa de fracturar la espina cervical por la séptima vértebra. Después del choque me quedé en el fondo, como un muñeco de trapo. Los brazos y las piernas colgaban hacia abajo. El cuerpo comenzó a ascender hacia la superficie. Despacio, muy despacio. Yo intentaba moverlos, pero ellos seguían inermes, como si nunca me hubiesen pertenecido. […] Dicen, a veces, que cuando las personas sienten que van a morir les pasa por la cabeza como una película a gran velocidad todo lo acontecido, todo aquello que les ha marcado para siempre.
Yo era marino mercante y las primeras imágenes que llenaron mis recuerdos fueron las de los puertos que había recorrido. Y la figura que destacaba por encima de todas ellas era la de la mujer que había penetrado, que me había poseído y que nunca más, nunca más, formaría parte de mi historia, o quizás sí, pero tomando el cuerpo etéreo de que están hechos los recuerdos. […] Y de repente aparecieron los puertos de Holanda, Maracaibo, Nueva York, y se fundieron, dolorosamente, las mujeres que había amado, y surgieron los recuerdos de mi infancia. […] De repente noté que alguien sujetaba mis cabellos y me levantaba la cabeza para preguntarme: -¿Qué te pasa? Se llamaba Manuel. -No sé, sácame de aquí –respondí. Cuando me sacaron del agua mi primera sensación fue la de que mi cabeza pesaba enormemente. No entendía nada. Me tumbaron boca arriba y contemplaba el cielo azul que antes me había pasado por los recuerdos. Nita de Vilas me pellizcaba las piernas y las manos, y me preguntaba: -¿No sientes nada?

http://www.el-mundo.es/elmundolibro/2004/10/01/protagonistas/1096632584.html